Era octubre de 2014 y participábamos por primera vez del FePI —Festival Internacional de la Publicidad Independiente—, también conocido por las estatuillas con forma de Inodoro Pereyra y Mendieta, los personajes creados por Roberto Fontanarrosa.
La cuestión es que presentamos un puñado de trabajos realizados durante 2013 y los primeros meses de 2014 y quedamos finalistas. La alegría y el alboroto en el estudio duraron un par de días. Después, y mientras continuábamos con nuestras tareas, organizamos el viaje y finalmente partimos para Córdoba —fue la última vez que el Festival se realizó fuera de Rosario—. Llegamos a la ciudad. Nos alojamos en un hostel y descansamos un poco. Más tarde, nos vestimos para la ocasión y fuimos al hotel donde se realizaba el evento. Comimos, tomamos y festejamos. Era nuestra primera vez en un Festival y estábamos felices. Había agencias, estudios y productoras —chicas, medianas y grandes— de distintas provincias y de distintos países. La velada transcurría, pasaban las categorías y las otras mesas se iban llenando de estatuillas. Hasta que fue nuestro turno. Y ganamos. Fuimos al estrado a recibir un Plata y después dos Bronce. Y seguimos festejando. Al final de la noche algunas mesas desbordaban de premios. Algunos habían ganado Oro y otros Gran Prix —que son los premios para unos pocos, lo mejor de lo mejor—. Pero para nosotros sólo existían nuestros tres Inodoro Pereyra. Al día siguiente volvimos a Mendoza contentos y llenos de orgullo, por qué no. Habíamos puesto a prueba nuestro trabajo ante un exigente jurado y fuimos premiados. Era como una palmada en la espalda, un «sigan adelante, van bien». Cuando llegamos al estudio despejamos una repisa en la que había algunos libros y unos muñecos, sacudimos el polvo y pusimos las estatuillas.
Al año siguiente, en el mismo Festival, ganaríamos dos Plata, dos Bronce y un Cobre; al siguiente un Gran Prix, un Oro, dos Plata y un Bronce; y al siguiente un Oro y dos Plata.
El estudio fue creciendo y la repisa se fue llenando.
Tiempo después y por esas vueltas de la vida los integrantes del estudio nos separamos y nos mudamos e hicimos división de premios.
Ahora mientras hago un boceto en papel, empezando a vislumbrar los primero trazos de un nuevo proyecto, miro las estatuillas sobre un viejo mueble restaurado y pareciera que Inodoro también me mirara, como escudriñandomé. Tranquilo Pereyra, va a salir bien.